UNCIÓN DE LOS ENFERMOS, SACRAMENTO DE CURACIÓN

Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo; y contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios



Efectos de la celebración de este sacramento



Sacerdote ungiendo a un anciano

"Si hubiera cometido pecados, le serán perdonados".

Un don particular del Espíritu Santo

La gracia primera de este sacramento es un gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez.


Esta asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios.



Estatua del rostro de Jesús con la corona de espinas

El sufrimiento, recibe un sentido nuevo, viene a ser participación en la obra salvífica de Jesús.

La unión a la Pasión de Cristo

Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: en cierta manera es consagrado para dar fruto por su configuración con la Pasión redentora del Salvador.



Estatua de enfermo en cama recibiendo la unción

"Uniéndose libremente a la pasión y muerte de Cristo, contribuyen al bien del Pueblo de Dios".

Una gracia eclesial

La Iglesia, en la comunión de los santos, intercede por el bien del enfermo. Y el enfermo, a su vez, por la gracia de este sacramento, contribuye a la santificación de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece, por Cristo, a Dios Padre.



Jesús sostiene a José en su lecho de muerte

Ofrece al término de nuestra vida terrena un escudo para defenderse en los últimos combates.

Una preparación para el último tránsito

Si este sacramento es concedido a todos los que sufren enfermedades y dolencias graves, lo es con mayor razón "a los que están a punto de salir de esta vida".


La Unción de los enfermos acaba de conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a hacerlo. Es la última de las sagradas unciones que jalonan toda la vida cristiana.